22/12/21

Limpieza






Escribo de una manera demasiado intermitente como para tener un único método de trabajo: más de una vez me ha sucedido pasar un año e incluso más sin escribir nada. Cuando escribo, no trabajo con regularidad —no tengo horas fijas—, evito únicamente trabajar después de comer, ya que conlleva, inevitablemente, la somnolencia. Empleo mucho tiempo en liberar la mente de mi escritura diaria. Simplemente trato, si estoy escribiendo un relato o una novela, de no espaciar demasiado los días de trabajo, espaciamiento que hace más difícil retomar el relato con el tono exacto en que lo dejé. Prácticamente, nunca hago más de dos horas de trabajo en una jornada; a partir de ahí, necesito salir, o ir a dar un paseo. [...] caminar sirve a menudo para rectificar casi mecánicamente una frase que no me ha dejado satisfecho: produce el efecto de una especie de cernido. La frase, que permanece en mi recuerdo al terminar el paseo —que ha vuelto una y otra vez a lo largo del camino— se ha desprendido a menudo de su peso muerto. Comparándola al volver con la que había dejado escrita, me doy cuenta en ocasiones de que se han producido elisiones afortunadas, un asentamiento, una especie de limpieza.



Julien Gracq