Creo saber de quién es este bosque.
Su casa queda en el pueblo vecino;
no me verá pararme en el camino
a contemplar la nieve caer.
Mi caballito creerá que es extraño
que me detenga donde no hay una casa;
aquí entre el bosque y la helada laguna,
en la noche más lóbrega del año.
Sacude las campanillas del arnés
para saber si estoy desorientado.
No hay otro sonido que el rumor
del viento dócil y el de los copos blancos de la nieve.
Del bosque bello, lóbrego e inmenso he de partir.
Tengo promesas que cumplir
y mucho por andar antes de dormir.
Y mucho por andar antes de dormir.
Robert Frost